Reflexión: El Fin del Fanatismo

Reflexión: El Fin del Fanatismo

Hubo un momento en mi vida en el que el deporte lo era todo (LICEY, SAN CARLOS, NBA y otros entretenimientos sociales,politicos y religiosos), . Las emociones que experimentaba al ver a mi equipo jugar eran tan intensas que sentía como si mi propio bienestar dependiera del resultado. La victoria traía euforia, mientras que la derrota era una herida profunda. Sin embargo, un día, al observar a las personas a mi alrededor, me di cuenta de algo curioso: no todos vivían esa misma pasión desgarradora. Algunos podían ver un partido y, gane o pierda su equipo, su mundo seguía intacto.

Me pregunté: ¿Por qué ellos no sufren como yo? ¿Qué era lo que ellos sabían que yo no? Entonces entendí. Mi identidad, mis alegrías y frustraciones, estaban demasiado vinculadas a algo que no podía controlar: los resultados de un equipo. Y aunque ser apasionado es algo hermoso, ser prisionero de esa pasión no lo es.

Poco a poco, comencé a tomar distancia. No fue fácil, pero aprendí a disfrutar del deporte de otra manera, como un entretenimiento, una afición que podía sumar a mi vida, pero no definirla. Me di cuenta de que la vida tiene muchas más facetas y que, aunque el deporte puede ser una parte importante de ella, no debe dominar nuestros sentimientos más profundos.

A veces, dejar de ser fanático no es perder algo, sino ganar una perspectiva más equilibrada y saludable. Así, al dejar de sufrir por cada derrota, empecé a disfrutar más de los pequeños placeres que la vida me ofrecía fuera del terreno de juego. Y en ese proceso, aprendí que el verdadero equipo al que debo ser leal es a mí mismo, a mi bienestar y mi paz interior.

Es una invitación a reflexionar sobre las pasiones y cómo aprender a manejarlas en equilibrio puede enriquecer nuestra vida.